Twilight y los libros olvidados de otono 7

7 La gran pluma

El sol empezaba a descender en el cielo, brillando a través de los árboles en bellos rayos de luz. Twilight y Spike habían estado zigzagueando sin rumbo a través de los árboles, tratando de coincidir los dibujos del cuaderno con el terreno circundante. Bajo las pezuñas de Twilight, las crujientes hojas caídas sólo sirvieron como un recordatorio de que cada minuto que pasaba estaba más cerca del equinoccio. Después de dos horas de senderismo y de caminar con dificultad, el dúo finalmente se acercó al borde del bosque.
Twilight bajó la vista hacia la página del cuaderno, manteniendo sus ojos en él mientras trotaba.
—Así que dimos cinco vueltas alrededor de la piedra con la talla de un libro…
—La Roca de Páginas —corrigió Spike con un bostezo. Esto había parecido mucho más lleno de acción en su mente y estaba tomando mucho más tiempo de lo que había previsto. Pero no importaba si Spike estaba aburrido. Una vez que realmente encontraron el primer punto de referencia, Twilight se había comprometido con esta tarea. Luego de eso, no había nada que la detuviera. Ahora estaba decidida a llevarlo a cabo hasta el final.
—Y entonces vimos el arroyo con la cascada…
—El Acantilado del Supenso.
—Cierto —asintió Twilight—. Eso significa que 'La Gran Pluma' debería estar justo… —Twilight señaló el claro más adelante—. ¡Aqui! —Según la historia de Moondancer, la ciudad de Bales estaría pasando ese punto de referencia. Era una vaga descripción.
—¿Es una pluma gigante? ¿O algo como una estatua? —dijo Spike preguntando en voz alta. Por lo menos los otros puntos de referencia fueron cosas que uno realmente podía encontrar en un bosque. Caminó a través de la hierba, saliendo a campo abierto por delante de Twilight.
El campo estaba completamente vacío. Desprovisto de plumas, estatuas o pueblos llenos de libros. Nada presente a excepción de unos pocos y solitarios árboles de aspecto extraño.
El corazón de Twilight se hundió. ¡Acababan de perder horas! Era un tiempo que podrían haber dedicado a buscar en otra biblioteca, o en todo caso incluso para dormir. Twilight estaba a punto de sugerirle a Spike que se dirigieran a su hogar en Ponyville para descansar, cuando el pequeño dragón salió corriendo a toda velocidad hacia uno de los árboles.
—¿Qué estás haciendo? —Twilight galopó tras él.
Spike se quedó mirando el árbol, inclinando la cabeza hacia atrás para mirar con temor a sus ramas plumosas.
—Creo que este es el lugar… —susurró mientras tocaba el tronco con su garra. Dio unos pasos hacia atrás para obtener otra vista y confirmar su sospecha. ¡El árbol lucía exactamente como una pluma gigante!
—¡Ahora lo veo! —jadeó la princesa—. ¡La Gran Pluma!
Spike y Twilight intercambiaron una sonrisa de orgullo, y por un momento todo parecía haber valido la pena. Pero había un pequeño problema… Bales seguía sin estar por ningún lado.
Twilight se sentó en la hierba, sintiéndose repentinamente bastante agotada.
Arriba en el cielo estaba un atardecer tan brillante que parecía que los pegasos lo habían pintado de naranja, rosa y dorado. La mente de Twilight se desvió hacia la Princesa Celestia, a través del mar celestial en Monacolt mientras trabajaba para bajar el sol, su poder mágico era equivalente a todo un grupo de unicornios. ¿Qué haría si estuviera aquí en este momento?
—Creo que nos hemos equivocado. —Spike se dejó caer en la hierba junto a Twilight, derrotado—. ¿Ahora qué? ¿Debemos ir a casa?
Los otros ponis reales; las princesas Celestia, Luna, y Cadance, siempre le habían dicho a Twilight que la cualidad que más la hacía distinguirse de los demás ponis no eran sus avanzadas habilidades mágicas. Eran su intuición, con sus amistades con todo tipo de criaturas y con situaciones difíciles como estas, lo que la distinguía. Y su intuición le decía que valía la pena un último intento.
Twilight se levantó y se preparó. La alicornio apuntó su cuerno hacia el campo vacío y convocó el más poderoso hechizo revelador que podía imaginar. Pronto, la energía fluyo a través de Twilight y surgió de su cuerpo a través de la punta de su cuerno, esta se elevó en una gran nube de magia que brillaba y bailaba al aire. Twilight cerró los ojos. Cuando los abrió de nuevo, ¡el pueblo más bonito que había visto jamás se había materializado!
Bales oficialmente ya no pertenecía a la sección de ficción. Era real.